domingo, 10 de junio de 2007

Para modificar lo malo, pon lo bueno como ejemplo.


El pasado miércoles 6 de junio, tuvimos la oportunidad de conversar con el Sr. Terry Gilliam, integrante de los Monty Phyton, artífice de películas como La Vida de Brian, El Rey Pescador y 12 Monos, entre otras muchas. Gilliam estaba en nuestro país presentando Tideland, su última película.

Con él estuvimos hablando del horror de las corridas de toros y de las campañas que estamos llevando a cabo las asociaciones de todas partes del mundo para lograr la abolición de esta tortura institucionalizada. Según sus propias palabras:

“No puedo entender por qué el ser humano tiene que matar animales; creo plenamente en sus derechos y los defiendo. En el mundo del cine tenemos una ley que estipula que no se puede hacer daño a ningún animal en el rodaje; para Tideland tuvimos que comprar hormigas muertas a un especialista que suministra a los rodajes cualquier tipo de insectos muertos, y también utilizamos efectos especiales para ese momento. Esto me parece una locura, porque ¡alguien ha tenido que matar a las hormigas para venderlas a los productores de cine! En todo caso, quiero dejar claro mi desacuerdo con el maltrato de animales, sean del tipo que sean.”

Se ofrecen clases de ética para directores de cine españoles, más especificamente manchegos, más especificamente sádicos, más especificamente: Pedros Almodóvares.

La Ley de Protección Animal prohíbe la filmación de escenas con animales para cine o televisión que conlleven crueldad, maltrato o sufrimiento de éstos. "En todo caso, el daño del animal será simulado", pero esto no fue lo que ocurrió en la filmación de Hable con ella, donde se maltrataron 8 toros, y donde se pretende vincular nuestra cultura española a estas prácticas barbáricas.

Pues no señor Almodovar, NO. Esto ni es cultura y mucho menos es nuestra, en todo caso será suya. Usted lo único que hace es colaborar con la imagen deprimente y vergonzosa que se tiene del pueblo español fuera de España, como el país donde se sigue practicando el circo romano.

En esta acción de maltratar animales sólo para sus cámaras ni siquiera proceden los rebuscados, y ya poco defendibles, argumentos taurinos donde remarcan que "el pueblo es soberano" ya que allí no había ni siquiera pueblo. Allí solo estaba usted, sus cámaras, y una cuenta bancaria espectante de espectadores. Señor Almodóvar: usted nos da vergüenza.